viernes, 28 de febrero de 2014

Sin principio ni final: crónica de un comienzo

SIN PRINCIPIO NI FINAL: CRÓNICA DE UN COMIENZO

Por NATALIA MEJIA SALDAÑA, IGNACIO PELLIZZÓN, ANA CLARA SPINELLI Y SOL ZACCHINO.

Por lo general las historias tienen un principio, un desarrollo y un final. Esta historia es distinta a las demás. No se sabe muy bien cuándo comenzó y se está muy seguro de que nunca terminará. Tal vez, relataremos sensaciones, perfumes, aromas, aires de una época en la que la revolución industrial estaba en pleno auge, o quizás simplemente sea una fantasía. Pero hay algo que es inobjetable: existió y va a existir.

Entre el ruido de los barcos que se amarran al puerto, los metales y fierros que chocan entre sí, las locomotoras que truenan con sus bocinas y el freno desgastado de algún vagón, reúne a alrededor de 70 obreros del barrio Refinería en la zona Norte de Rosario, según nos relata el Ingeniero Juan Carlos “Chalo” Lagrange, quien es un nostálgico del pasado y, tal vez, un frustrado del presente, pero que denota su pasión por la historia, esta historia, la del Central Argentine Railways Club y su lugar de fundación.
No solamente el calor de las brasas que los trenes demandan para funcionar generan que los obreros suden, sino también la proximidad de un verano que, con él, vendrá el comienzo de un nuevo año: 1890.
Tal como relata en su libro “El Gigante de Arroyito: La verdadera historia”, Fabián Bazán, fue allá por 1863 cuando el Ferrocarril Central Argentino inició su actividad, con la mano de obra de ingleses, escoceses, italianos, y demás extranjeros que buscando nuevas oportunidades en la tierra prometida, los encuentra bajo la plenitud del desarrollo industrial junto con el insufrible trabajo en los talleres metalúrgicos.
La Primera Guerra Mundial y la Década Infame en Argentina aún se hacían esperar, pero no la navidad y el nuevo año, que se aproximaban tan rápido como viajaban los trenes de aquella época.
El fútbol es un invento inglés que se exportó a todo el mundo y causa sensaciones hasta el día de hoy. “Antes no había travesaños, banderines y tantas reglas como ahora, sino que se jugaba con más libertades, por diversión y amor propio”, señala Lagrange.
El trabajo en el ferrocarril era muy duro y desgastante, pero no lo suficiente para que los explotados de aquel tiempo se hicieran tiempo para jugar al “football” y juntarse a beber en los diversos bares que funcionaban, como “bar de los Talleres, donde solían reunirse los muchachos del Central Argentino”, agrega Lagrange.
Poco exactitud existe sobre las fechas y procesos cronológicos de los acontecimientos, pero sí coinciden Bazán y Lagrange en que solían disputarse diversos cotejos entre los trabajadores de los distintos barrios, (los mismos en zona Norte solían dividirse por las vías férreas), como Refinería, de los Industriales, Arroyito, Alberdi.
Si bien el trabajo era duro, las pasiones futboleras superaban dicha treta diaria y redundante. Los partidos, compuestos por dos equipos repletos de jugadores inmigrantes, abundaban de aroma a popular y obrero.
Por ejemplo, afirma Bazán en su libro, que el primer equipo del Central Argentine Railways Club que disputó su primer cotejo como club en 1890 contra la tripulación del buque de guerra inglés “Beagle”, que había atracado en el muelle de Comas, formaba con: F.Barton; Postell y Gamp; J. Muskett, J. Barton y King; Mc Lean, T. Muskett, Miguel Green, Mac Intock y Hooper.
No existían edificios, ni calles pavimentadas, sino polvo, tierra y espacios verdes que los terrenos ferroviarios dejaban como campo de juego para futuros partidos que serían llevados a cabo todos los días por los trabajadores de aquel entonces, en una época marcada por la ausencia de camiones cuyos trenes tenían que llegar hasta donde después continuaba la vía. Tal es así que, entre 1885 y 1890, se produjo un incremento importante en la construcción de vías férreas en la provincia de Santa Fe, teniendo a Rosario como epicentro.
Hacia fines de la década del ‘80, la ciudad ya contaba con cinco estaciones ferroviarias: la del Ferrocarril Central Argentino, el Ferrocarril Oeste Santafesino, el Ferrocarril Buenos Aires - Rosario, la Estación Súnchales (actualmente conocido como barrio Pichincha) y, por último, el Ferrocarril Rosario -Córdoba.
A raíz de esto, comienza a crearse en Rosario un clima diferente vinculado, si se quiere, a una conciencia popular que está íntimamente relacionada con el sentido de pertenencia a ese lugar. “El barrio Refinería tiene su explosión en el año 1887, aunque ya había gente, se construye el Morrinson Vildin, entre los complejos habitacionales que están ubicados detrás de lo que era el Templo Anglicano”, expresa Lagrange.
Asimismo, dos décadas atrás –precisamente en 1867- se produce un hito en la ciudad: se crea el club más antiguo de la República Argentina, denominado Rosario Cricket Club (Club Atlético de Rosario). Sin embargo, los jóvenes de ese entonces no jugaban al criket sino al fútbol, cuyas reglas no estaban totalmente establecidas y, según recuerda Lagrange,  “los arcos, por ejemplo, eran dos palos verticales de madera y el travesaño, no era un travesaño, sino una cinta”.
Como toda historia, ésta se va acercando a su final. Llegó un determinado momento en donde surge la necesidad de darle una identidad a ese grupo de obreros que se reunía siempre para disfrutar del deporte que más añoraban. El bar de Los Talleres, (así lo denominaban mayormente) reunía constantemente a glorias del fútbol rosarino que jugaban en los barrios de la ciudad. Además de funcionar como bar, luego pasó a ser el Club Talleres y se oficializó como la Sede de la Liga de Zona Norte de Fútbol, muy famosa por cierto en los años 40, 50, 60 y 70 según relata Lagrange.
Y  fue allí, en ese mismo lugar donde aquellos soñadores que buscaban identificarse oficialmente, se reúnen en la víspera de Navidad, un 24 de diciembre de 1889. Todo no podía salir a la perfección, no contaban con una pluma para redactar el escrito, por lo tanto se dirigieron hacia el Templo Anglicano (hoy Sede funcional de Rosario Central) donde sabían cómo redactar, expresarse y nombran a 25 de ellos, quienes serían los que conducirían ese emprendimiento y dejarlo por escrito en el acta fundacional.
Carlos Chalo recuerda, que el Templo Anglicano eran tierras fiscales, las cuales pertenecían a los ferrocarriles, eran tierras cedidas por el gobierno argentino a la compañía inglesa que hacía los mismos. Con la llegada del Peronismo, se toma la decisión de comprar esas tierras, que de lo contrario hubiera sido un gravísimo problema.
Volviendo al suceso más importante y que interesa en esta historia, una vez fundado el club en 1889, comienzan a jugar en aquellos terrenos ferroviarios, y aquel Templo Anglicano, deja de funcionar en el Siglo XX y con el tiempo llegó a ser el Área Administrativa de Personal del ferrocarril llegando a los años 1930 y 1940.
Si bien lo más importante para los canallas comienza en ese lugar fundacional,  no hay que olvidarse que era lo que los representaba como club. Y si, la camiseta también tiene su historia. Primero, fue a paño de color roja y blanca, luego pasó a ser azul y blanca, y por último en los años 1903 y 1905 aparece la tan esperada azul y amarilla a rayas. ¿Y por qué lleva de nombre Rosario Central?, como afirma el entrevistado Chalo, en aquellos tiempos cuando jugaban entre sí el grupo de obreros, se denominaban por los diferentes ferrocarriles, en este caso, ellos provenían del “Central”.
Además, no hay que olvidar que todo club lleva su apodo, su nombre para hacerse conocer ante la población, hoy conocido mayormente como Los Canallas o Los Guerreros, lleva una explicación como parte de su historia. En verdad, en aquella década se los denominaba como “Los Guerreros de Dios”, ya que su oficialización surgió dentro de un templo, pero además, su primer mote que tuvo Central fue “Tallarines” porque provenían de los Talleres.
Y llegando al final de la historia del lugar fundacional de este antiguo e importante club, en la década del 90, queda abandonado por completo ya que se van vendiendo todas las propiedades hasta darle comienzo a la función de una mutual que en la actualidad existe y que destruyó lo que era la escuela Taller. Sin embargo, ese Templo Anglicano, una vez comprado por Perón y luego pasar a mano del Estado, fue cedido en el año 2003 a La Asociación Amigos Rosario Central y se funda el Museo Centro Cultural y Plaza del Fútbol Club Atlético Rosario Central, único en el mundo y en donde se preserva todo el patrimonio histórico.
Quizás para la mayoría el 24 de diciembre es esperado para la víspera de Noche Buena y Navidad, para los Canallas, ese día, se tiene un motivo por el cual festejar: La fundación de un Club que se sabe muy bien cuándo comenzó y se está muy seguro de que nunca terminará…









jueves, 27 de febrero de 2014

ENTREVISTA

ENTREVISTA AL INGENIERO JUAN CARLOS "CHALO" LAGRANGE

POR NATALIA MEJÍA SALDAÑA Y SOL ZACCHINO


UN NOSTÁLGICO DEL PASADO



Podemos decir que a partir del 25 de abril de 1863, se comienza el tendido del ferrocarril central argentino. Allí mismo, en 1863 hasta 1870, se comienza,  se termina en 1870 la estación Rosario Central la que conocemos actualmente ahora.  Datas de fin de obras podemos decir así de 1870.

Algo muy importante en ese año 1870, porque también comienza el tendido de la línea férrea Rosario Córdoba, el 25 de abril de 1863 y llega a Córdoba el 13 de marzo de 1870. Fíjense, como coinciden las fechas de instalaciones aquí en Rosario con una estación ferroviaria y el tendido de la línea Rosario Córdoba. No existía, lo dejo aclarado, no existía todavía la línea Rosario Buenos Aires.

Durante 18 años, no hay otra. Recién en 1888, fíjense que dato importante, se  instalarán, se terminarán los 396 kilómetros, construidos hasta 1870 se mantendrán en la línea Rosario Córdoba. Las referencias, quienes son los que mencionan estos temas, una palabra más que autorizada la de Raúl Escalabrini Ortíz y esto se puede ver en la historia de los ferrocarriles argentinos en la edición original del año 1957.

También, esto se puede consultar a un autor británico Collin Lewis, que confecciona, elabora la historia también de los ferrocarriles, pero vistos desde el punto de vista ingles que es exactamente igual a la de Escalabrini Ortiz. Elabora el libro entre 1857 y 1914, la investigación durante todos estos años tiene que ver con el objetivo final, porque allí es donde está el medio ambiente, donde está la gente que se provoca por una cuestión lógica, se podía haber provocado unos años antes o unos años después, pero el germen ya estaba, ya se oficializa en 1889.

El instituto de estudios latinoamericanos de la Universidad de Londres dice en 1893: El primer tren entre Buenos Aires y Rosario  y obviamente la estación Rosario Norte, circuló el primer día que comenzó a funcionar fue el 1 de febrero de 1886. Este es un momento histórico especial, ya que hasta ese momento los desarrollos ferroviarios en Argentina se centraban en Rosario y en Buenos Aires, nada más.  Es decir, Rosario Córdoba, Rosario y algunas localidad acá cerca, lo más lejos Cañada de Gómez. Los dos polos eran Buenos Aires y Rosario.

Estamos hablando de épocas, de la guerra de la triple alianza de todas esas historias que se ubican en ese tiempo. Por primera vez, la ciudades estaban unidas el 1 de febrero 1886. Entre 1885 y 1890, vamos a la fecha que nos interesa que es un Colofón, un fin, que es el 24 de diciembre de 1889, pero todo eso tiene un concierto, un conjunto de cosas que van construyendo hacia él. Es decir, no provoca eso, la gente provoca eso pero esto tenía otros objetivos el ferrocarril, por supuesto, no era el 24 de diciembre de 1889.

Entre 1885 y 1890 se produjo un aumento extraordinario en la construcción de los ferrocarriles de la provincia de Santa Fe, con epicentro obviamente en Rosario, ciudad ferroviaria de la antonomasia. El promedio de construcción en ese período (1885 y 1890) y posteriormente, se construía un promedio de 435 kilómetros por año de vía férrea y estamos hablando del Siglo XIX, una época que no había camiones, los trenes tenían que llegar hasta donde después continuaba la vía, una cosa realmente apocalíptica. Apocalíptica en el sentido del laburo, el laburo era terrible, mataban a la gente trabajando, pero a su vez, quiero decir que era una época gloriosa en cuanto a los cuidados.

La ciudad de Rosario, ya contaba con cinco estaciones ferroviarias en 1890: La del ferrocarril Central Argentino, El ferrocarril Oeste Santafecino, El ferrocarril Buenos Aires y Rosario, algo muy importante que actualmente se está tergiversando, La Estación Súnchales (que era el nombre al barrio, no es Pichincha como en realidad se lo conoce) y por último el ferrocarril Rosario Córdoba.

Fíjense, que el epicentro siempre es Rosario, y ahí se comienza a crear un clima, una conciencia popular aunque parezca mentira, se crea una conciencia popular de pertenencia a un lugar, a Rosario. Aquí aparece algo muy importante porque tenemos que ir como objetivo final al 24 de diciembre de un par de años después o antes, pero el Colofón es en el año 1889, Refinería: tiene su explosión en el año 1887, aunque ya había gente, poca gente pero estaba construido ya el Morrinson Vildin, esos complejos habitacionales que están detrás de lo que era el Templo donde se funda luego Rosario Central.

La ley Número 1911 de noviembre de 1886, dicta que las actividades del refinado del azúcar, organizado por Néstor Tronski y las instalaciones y talleres ferroviarios se convirtieron en las principales fuentes de trabajo, porque había cientos y cientos de trabajadores, es decir, había gente. No estamos nombrando fechas y lugares por nombrarlos, sino lugares donde había gente, y en donde además de vivir, trabajar había otras cosas.

El trabajo de la ciudad, provoca en el sector el surgimiento del barrio Refinería en el año 1890, se llama así porque se inaugura la “refinería”. Central se funda un año antes, de que el barrio comience a llamarse de esta manera, del cual en esos momentos los barrios no llevaban nombres. Núcleo inicial de lo que posteriormente se conformaría conjuntamente en 1930 con arroyito, en 1905 como los principales barrios obreros de Rosario. Es decir, Refinería y Arroyito son los dos principales núcleos obreros anarquistas de Rosario.

Hay un hito, y también muy importante en 1867 se funda el club más antiguo de toda la república argentina. Se funda el 27 de marzo de 1867, denominado el Rosario Cricket Club (Club Atlético de Rosario). Ese mismo año, sale el primer ejemplar del diario  La Capital, todo esto para ubicarnos previo a como se vivía previamente antes de 1889.

En el año 1870, luego de que termine la guerra de la Triple Alianza, se inauguró la línea Rosario – Córdoba del ferrocarril Central Argentino o gran Central. Acá se observa, como el nombre “Central” aparece constantemente. En 1878, se portaron las primeras remesas de trigo a Gran Bretaña  y en 1886 ya la ciudad con una epidemia de cólera mediante, se inaugura las aguas corrientes bien inglesas, que hoy encontramos en Arroyito.

Los chicos de ese entonces, algunos viniendo del centro de Rosario, que ya estaba instalado donde hoy podemos encontrar a la Catedral y demás, no jugaban al cricket, jugaban al fútbol. Todavía no estaban las reglas del fútbol totalmente establecidas y los arcos, por ejemplo, eran dos palos parados de madera, y el travesaño no era un travesaño, era una cinta. Jugaban en los lugares que se podía, en los lugares que ahora están sembrados de talleres ferroviarios. Estos jóvenes, se tenían que identificar con algo, se reunían en un bar, famoso bar que ahora está en la esquina de lo que es una construcción que ya deformaron toda, y era muy similar a aquella construcción de las instalaciones ferroviarias, ubicadas en Jorge Can y Av. Alberdi donde antes, pasaba el ferrocarril por allí.

A ese bar, mayormente todos lo denominaron el bar de Los Talleres, y que luego pasó a funcionar en ese mismo lugar el Club Talleres y además funcionó la Sede de la Liga de zona norte de fútbol, una liga muy famosa durante los años 40, 50, 60 y 70 que reunía a glorias del fútbol rosarino que jugaban en los barrios de la ciudad.

Llegó un determinado momento, que surge la necesidad de darle una identidad a este grupo, y se reúnen en víspera de Navidad, el 24 de diciembre. Se dirigieron hacia el Templo Anglicano (lo que hoy sería como la Sede funcional de Rosario Central), donde saben redactar bien, nombran a 25 de ellos que serían los que conducirían ese emprendimiento para fundar ese acta fundacional.

La primer camiseta, fue a paño, roja y blanca, luego azul y blanca y por último en el año 1903, 1905 aparece la azul y amarilla a rayas. Se llama Rosario Central porque, en aquellos tiempos cuando jugaban entre ellos, se denominaban que venían del “Central”.

Ahora en la actualidad, a los canallas se los conoce como “Los Guerreros”, pero en realidad se ha distorsionado un poco, ya que en verdad se nos conocía como “Los Guerreros de Dios” ya que nuestra oficialización surgió en un templo. El primer mote que tuvo Central, fue “Tallarines” porque eran de los Talleres.

El templo Anglicano eran tierras fiscales, pertenecientes a los ferrocarriles, eran tierras cedidas por el gobierno argentino a la compañía inglesa que hacía los ferrocarriles. Los talleres, estaban en terrenos  que habían sido cedidos por los ingleses.  Por tales problemas de las tierras cedidas se tomó una estrategia histórica que sólo una mente privilegiada podía hacerla, donde el gobierno Peronista toma la decisión de comprarlas, sino hubiera habido un gravísimo problema.

Con el tiempo, allá por el año 1970 las casas ferroviarias son compradas por los que van a vivir allí, las cuales hoy en día nadie cuida de ese patrimonio histórico, están mal cuidadas y hasta han construido cocheras, lugares que tenían que ser intocables.

Volviendo a 1889, una vez que lo fundan, comienzan a jugar en aquellos terrenos ferroviarios, y aquel Templo Anglicano, deja de funcionar en el Siglo XX y después con el tiempo funcionó el área administrativa de Personal  del ferrocarril acá en Rosario cercano a los años 1930 – 1940. El proceso, es que el ferrocarril lo utilizó en vez de como Templo Anglicano, como un área de funcionamiento, donde allí trabajaba el que era Presidente del Club Atlético el Cubano.


En la década del 90, queda abandonado, se van vendiendo todas las propiedades, hasta comenzar a funcionar una mutual, que en la actualidad existe y se destruyó todo lo que era la escuela Taller. El Templo Anglicano, una vez comprado por Perón y luego pasar a mano del Estado, ha sido cedido en el año 2003 la Asociación Amigos Rosario Central con ordenanzas en mano, se funda el Museo Centro Cultural Y Plaza del Fútbol Club Atlético Rosario Central, único en el mundo y que preservaba todo el patrimonio histórico, el Estado se lo sede a la Municipalidad para poder realizarlo. Actualmente se lo ceden a Central .

AUDIO ENTREVISTA


NOTICIA

En la víspera de navidad

HAY EQUIPO: CREAN LA PRIMERA ORGANIZACIÓN INSTITUCIONAL DEPORTIVA DE ROSARIO





Más de 60 obreros ferroviarios se reunieron para decretar el nacimiento de una nueva asosiación: Central Argentine Railways Club.

POR ANA CLARA SPINELLI

Finalmente, se dio lo que se esperaba en la víspera de navidad de 1889. El grupo de trabajadores del ferrocarril Rosario Central, quienes solían disputar partidos de football interbarriales, dieron nacimiento a Central Argentine Railways Club, mediante la firma del británico Thomas Mutton. De esta manera, queda formal y socialmente creada la nueva entidad deportiva.

Tras innumerables cantidad de cotejos disputados, los alrededor de 70 trabajadores ferroviarios, quienes se congregaban en el histórico bar “Talleres”, tomaron la decisión de formar la flamante institución.

Impulsados por el vocero, Thomas Mutton, firmaron el decreto que da vida a Athletic Rosario Central Railway Club en el Tempo Anglicano ubicado en Av. Alberdi 23 bis, conformando una comisión directiva compuesta por 25 miembros, entre ellos, su primer presidente, el escocés Colin Bain Calder.

El nuevo club de barrio Refinería, el cual ya cuenta con no menos de setenta socios, buscará darle formalidad a un deporte que se encuentra en el auge de la comunidad industrial emplazada en la zona Norte de Rosario.

Si bien aún no está definido cuál será el campo de juego, desde la institución confían en poder utilizar los terrenos ferroviarios para disputar los próximos partidos.

Por su parte, el templo anglicano, ya convertido de alguna manera, en el lugar fundacional de la misma, continuará con su función de centro eclesiástico para todos los creyentes de la religión protestante.

No obstante, todavía faltan varios detalles por consignar, tales como color de la camiseta, rutina de entrenamiento, secretarías, gradas y demás cuestiones vinculadas a la organización que conlleva la conformación de dicho emprendimiento.

Por último, cabe mencionar que Central Argentine Railways Club, se transformó en la primera institución deportiva de la ciudad. Así, compuesta por mayoría de trabajadores del ferrocarril, oriundos de Gran Bretaña y Escocia, buscarán enaltecer la entidad en la posteridad.


NOTA DE OPINIÓN

UNA HISTORIA CONTADA EN LADRILLOS



POR IGNACIO PELLIZZÓN

Por lo general, “Historia” no es la materia más entretenida y divertida que uno aprende a lo largo de su vida. Esto tiene que ver íntimamente con quién es la persona encargada de contarla o relatarla. Si bien el día a día es un hecho histórico en la posteridad, el pasado es el presente y futuro más cercano que tenemos. Algún día, seremos los encargados de transmitirla.

Los acontecimientos que se van sucediendo a lo largo de los años nos van marcando en los aspectos culturales, políticos, económicos. Tal vez, no tengamos intención de conocer el origen de ciertas cuestiones, lo que, de alguna manera, implica que no queramos saber cómo es que estamos donde estamos y por qué.
Si reflexionamos un poco, el cómo y el por qué, notaremos que son dos preguntas tan frecuentes en nuestro vocabulario que casi ni las percibimos. Es decir, que siempre nos interesa saber y tener las respuestas a las preguntas más insólitas. Nadie se siente orgulloso de decir: “No sé”, por más meritorio y honesto que sea (sobre todo en periodismo).

El lugar fundacional de Rosario Central no es simplemente un símbolo para uno de los clubes más importantes del país, sino que conlleva un contexto que nos retrotrae a nuestro presente. La indagación en los hechos históricos, en dichas aguas turbias y profundas, nos llevan a sacarnos una venda de los ojos y vislumbrar que, tal vez, lo que siempre creímos que era no termina siendo así.

“Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”, dice una canción de Litto Nebbia que se llama “Quien quiera oír que oiga”. Creo que no hay mejor forma de expresar lo que la historia implica. Los relatos son cuentos de diversos géneros que nos van formando una idea de lo que pudo el pasado ser o que realmente fue. El conjunto de éstos nos pueden dar una insinuación a la verdadera verdad.

El templo anglicano ubicado en Av. Alberdi 23 bis (actual lugar fundacional de Rosario Central), significó mucho más para aquellos obreros del siglo XIX, que lo que hoy representa para la sociedad posmoderna de Rosario. En la que en algún momento fue la zona industrial más importante de la ciudad, hoy confluyen un sinfín de avenidas, calles, cortadas que atraviesan la historia sin siquiera rozarla, observarla, admirarla.

Son pocos los edificios arquitectónicos que se mantienen en óptimo estado, y esto se debe al lugar que le damos en nuestra historia actual a aquellos monumentos que nos hablan sin blasfemias ni censuras, que nos otorgan una innumerable cantidad de anécdotas y hechos que explican el cómo y el por qué. Sin embargo, dichas interrogaciones parecen ser desvalorizadas.

Los inmuebles toman identidad cuando las personas comprenden lo que realmente significan, es un valor agregado que se somete frente a nuestra presencia para enaltecerse, dignificarse, pero fundamentalmente para revalorizarse y reivindicarse de cara a la ignorancia de muchos o algunos.

Entre la grasa y los fierros, entre los rieles y locomotoras, entre camisetas sucias y manos transpiradas, entre sudor y lágrimas, entre tragos y cartas, entre un grupo de obreros, trabajadores incansables y explotados que terminan siendo más que compañeros, sino un grupo de amigos que se lanzan a la prepotente y avasalladora tarea de fundar un club, una institución, un equipo, firmando dentro de una iglesia protestante su decreto como tal, es una caricia mínima con la que se puede honrar a dicho templo anglicano.

La titánica tarea de encontrar el cómo y el por qué de ese período, deja a las claras el inmenso baúl vacío con el que contamos a la hora de reconstruir hechos históricos. Pero, como los difuntos que tratan de ser callados y terminan hablando desde los hospitales o morgues, la historia tiene su propia voz, que no puede ser desoída pero sí ignorada.


El templo anglicano, es más que un espacio donde alguna vez 25 aventureros se lanzaron a crear un club; es un monumento en pie y con vida que nos cuenta cómo fue la vida en Rosario en la zona Norte, en los barrios industriales divididos por vías ferroviarias, repleta de talleres e inmigrantes de todas partes del mundo buscando una oportunidad en esta tierra. Es la historia contada en ladrillos. Hoy, pintados de azul y amarillo. “Quien quiera oír que oiga”.